Durante más de treinta años, Medrano creó una obra clásica e irrepetible observando y dibujando la vida de los argentinos (sobre todo, de los porteños). Hoy, el libro Grafovidas, recupera ese tesoro. Grafovidas es una edición de lujo a cargo de los hijos de Medrano que compila lo mejor de su variada obra, con diseño e idea de Andrés Cascioli, prólogo de Rep y preámbulos y comentarios de Mauricio Kartun y Oche Califa.El ingenio de Medrano fue admirado entre los intelectuales, destacado por Fontanarrosa y Quino, quienes lo reconocen como uno de sus maestros, y buscado con ardor entre las páginas de los diarios y revistas por los argentinos. Sus Grafodramas, suerte de sello artístico, ilustraron el diario La Nación durante tres décadas, desde su aparición en 1941. En ellos, el artista presentan circunstancias habituales de la vida argentina levemente exageradas o estereotipadas. Su intención es observar las pequeñas y complejas comedias que componen lo cotidiano y donde, a veces, se ven más expuestas nuestras desgracias. La fórmula del Grafodrama incluye una palabra o frase al pie de la escena, que denuncia aquel rasgo de nuestras costumbres que Medrano captura con ironía, con algo de gentileza, para no decir piedad. En Grafovidas se encuentran también todas las maravillosas ilustraciones que Medrano hizo para el almanaque de Alpargatas, que alguna vez animaron los gauchos de Molina Campos. La colección, de geografías urbanas pero con el mismo estilo costumbrista, retrata la intimidad argentina de los años cincuenta: los muchachos en el café porteño, melancólicos y ociosos entre la baraja y el tango; o apasionados y divididos en el fútbol; o en familia en la populosa playa Bristol. Medrano enriquece, además, cada uno de sus dibujos con detalles, personajes y situaciones periféricas.
Para leer la nota completa en Clarín de hoy entrar en Medrano, el dibujante que retrató la Argentina de los 50
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