Así, a comienzos de los ’70, Alberto Cognigni logró lo que hasta entonces ninguna publicación del interior: conquistó Buenos Aires con una revista de humor gráfico. Lo hizo, además, del modo que menos imaginaban sus coterráneos: siendo bien cordobesa. Se llamaba Hortensia, y si hoy en los trenes del conurbano se venden CD con “lo mejor del humor cordobés”, es porque en 1971 el Gordo Cognigni reunió un seleccionado de humoristas que incluía entre otros a Hermenegildo Sábat, Crist, Caloi y un muchacho rosarino talentoso, pero por entonces medio ignoto, que con el tiempo alcanzaría un lugar destacado de la escena nacional: un tal Roberto Fontanarrosa.
Para leer la nota de Andrés Valenzuela completa en Página/12 de hoy entrar en No, si vuá’ ser una computadora...
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